21
jul '16

Cómo saber si eres adicto al trabajo

Hacer lo que nos apasiona es una de las mejores cosas que puede sucedernos. Dedicarnos a nuestra vocación no sólo es reconfortante sino también nos estimula a ser mejores cada día. Sin embargo, cuando el trabajo se convierte en el eje de la vida de una persona, es muy probable que desencadene problemas físicos, psicológicos y sociales difíciles de reparar.

Se dice que alguien es adicto al trabajo cuando, independientemente de si tiene mucho o pocas actividades que hacer, mantiene una actitud obsesiva respecto a sus labores al grado de no poder suspenderlas ni siquiera en su tiempo libre. Su dependencia hacia su empleo es tal que, aun teniendo vacaciones, sigue al pendiente de los procesos dentro de la empresa e, incluso, limita su descanso trabajando desde donde esté.

La adicción al trabajo se pasa muchas veces por alto porque se asocia a personas responsables y exitosas, pero en realidad implica una dinámica que, en lugar de desarrollar las potencialidades del individuo, lo esclaviza. Quien se entrega por completo a sus labores seguramente consigue ascensos con mayor rapidez; sin embargo, ya no comparte momentos con otras personas, deja de hacer ejercicio y/o padece estrés de manera constante.

Reconocer a un adicto al trabajo es relativamente fácil: nunca apaga su celular, no sale sin su laptop, suele estar solo, carece de tiempo para comer a sus horas, es el primero en llegar a la empresa y el último en irse, y casi siempre se lleva labores pendientes a su hogar. Son personas que mantienen un alto nivel de autoexigencia porque tienen un gran temor al error y al castigo. Además, si no consiguen lo que quieren en el menor tiempo posible, se vuelven hostiles.

Diversas situaciones pueden provocar que alguien se vuelva adicto al trabajo. Unos simplemente no disfrutan estar en su casa; otros no saben poner límites con sus jefes, y hay quienes sustentan su autoestima en las dosis diarias de poder y/o prestigio que reciben al permanecer de manera indefinida laborando.

trabajo

Sin importar, cuál sea el motivo, el problema de fondo yace en la relación que la persona tiene consigo misma y con el rumbo que ha elegido para su vida. Muchas veces, el trabajo se vuelve un refugio para no enfrentarse a los conflictos personales o sociales que le aquejan; es decir, se convierte en el pretexto ideal para evitar la introspección o la resolución de conflictos con sus seres queridos porque “no cuenta con tiempo suficiente”.

Un adicto al trabajo puede posponer lo verdaderamente importante en su existencia, pero eso solo le afectará tanto a nivel emocional como fisiológico. Debido al sobreesfuerzo que un workaholic debe hacer para cumplir con sus propios estándares profesionales, es propenso a sufrir trastornos del sueño, desnutrición, obesidad, hipertensión, contracturas musculares, irritación ocular (sobre todo si trabajan varias horas frente a la computadora) y/o disfunciones sexuales.

Es cierto que innumerables empresas fomentan la adicción al trabajo debido a las ventajas que ofrece internet y al alto nivel de competitividad que exige el mercado laboral, pero la realidad es que, en el largo plazo, un empleado que se entrega en cuerpo y alma a sus actividades, rendirá menos, cometerá errores con mayor frecuencia y perderá su afán creativo. Por lo tanto, ni las organizaciones ni los trabajadores deben permitir los excesos ocupacionales.

Si sueles trabajar más de 50 horas a la semana sin que sea necesario y pospones o cancelas cualquier actividad ajena a tu profesión, es muy probable que seas adicto al trabajo. Los asalariados no son los únicos que pueden padecer esta dependencia, también los freelancers son susceptibles a ésta debido a que no tienen horarios fijos para realizar sus tareas.

Toma terapia psicológica lo más pronto posible con tal de evitar que te sumerjas en una insatisfacción profunda por no cultivar otros ámbitos de tu vida. Sabemos que tu profesión es algo muy importante para ti, pero no debes dejar tu descanso ni la convivencia con la gente que quieres en segundo plano. Organizándote y estableciendo límites, tendrás tiempo para todo.